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lunes, 13 de mayo de 2013

Final Euroliga, Olympiakos 100-88 Real Madrid: los griegos convierten el sueño blanco en pesadilla


No pudo ser. El Real Madrid se quedó más cerca que nunca. En concreto, a media hora. Ese fue el tiempo que separó a los blancos de volver a ganar la Euroliga. Tras un primer cuarto magnífico, los hombres de Pablo Laso sucumbieron ante unos griegos más experimentados, más duros y, sobre todo, con menos nervios en los momentos decisivos.
Vassilis Spanoulis volvió a ser el mejor de un Olympiakos que se convierte en el segundo equipo, tras CSKA de Moscú, capaz de revalidar título de Euroliga. Los griegos no desesperaron cuando se vieron 17 puntos abajo tras un primer cuarto casi perfecto de los hombre de Pablo Laso. La defensa blanca, unida al acierto desde el perímetro de Rudy y Llull dio a los blancos una ventaja que se empezaba a antojar decisiva.
Olympiakos se metió en el partido en el segundo cuarto. Pero Antic anotó un triple a la remanguillé, Kyle Hines se encontró un par de canastas fáciles bajo el aro y Sloukas y Printezis hicieron daño desde fuera. En un visto y no visto la ventaja se había reducido hasta los ocho puntos. El Madrid apuró la ventaja del primer cuarto todo lo posible y logró marcharse al descanso con cuatro puntos de ventaja.
Sin embargo, lo que parecía un trance pasajero se convirtió en una enfermedad mortal. Los nervios empezaron a pasar a factura a un equipo mucho menos experimentado y que perdió la batalla que no se ve. Es decir, mientras los griegos se dedicaron a rozar el reglamento en todas sus defensas, los blancos parecían no querer hacer más faltas de las necesarias.
Eso, unido al descenso en acierto y al escaso poder reboteador, permitió al Olympiakos ponerse por arriba en el marcador. El culpable fue un Spanoulis que llegó al partido tras el descanso. En la segunda parte el base anotó 22 puntos, incluyendo cinco triples; tres de ellos seguidos. Cada uno de ellos fue un golpe durísimo para el Madrid.
En el otro lado de la pista, ni 'Chacho' Rodríguez, ni Rudy, ni Llull ni Carroll estaban acertados. Slaugther intentó la guerra por su cuenta ante la desesperación de un Mirotic que sufrió durante todo el partido por culpa de las faltas personales. Con diez minutos por jugarse, el partido estaba igualado.
Pero la inercia era clara: los helenos iban hacia arriba y estaban imparables. Ni siquiera la zona 3-2 -con Slaugther en la punta de lanza- frenó la racha de un Olympiakos en racha, que acabó con un 66% de acierto en tiros de dos y un 37% en triples. El festival anotador lo remataron en el último periodo, en el que anotaron 39 puntos. Ante eso, no pudo responder un Madrid alicaído, triste, falto de ideas y sobrado de nervios.
Parecía que 2013 era el año de la Novena, pero no ha sido así. Esta temporada ha servido para ganar experiencia y presencia, que no es poco, pero que no satisface a nadie. La fiesta es griega, de Olympiakos, que defiende una Euroliga que se ha ganado a pulso.

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